¿Cómo dejar de tener problemas?
- Sello Del Camino

- 11 jul
- 3 Min. de lectura
¿Tienes problemas o te falta propósito?
La raíz silenciosa del vacío moderno y cómo empezar a sanarlo
Vivimos en una época donde el bienestar externo y el malestar interno coexisten más que nunca. Muchas personas cuentan con salud, acceso a tecnología, redes de apoyo y seguridad básica, pero sienten un vacío difícil de explicar. Es común escuchar frases como: “No me falta nada, pero no me siento bien”, o “Estoy cansado, pero no sé de qué”. En esta disonancia se esconde una verdad profunda: no tienes tantos problemas como crees, lo que te falta es un propósito.

¿Qué es el propósito y por qué importa tanto?
El propósito no es solo tener metas; es saber para qué haces lo que haces. Es una brújula interna que da dirección a tu vida, sentido a tus esfuerzos y valor a tus experiencias. Tener propósito es levantarte cada día sabiendo que tu existencia tiene un "por qué" que trasciende el día a día. No se trata necesariamente de cambiar el mundo, sino de sentirte parte de algo significativo para ti.
El respaldo científico y filosófico
1. Viktor Frankl y la fuerza del sentido
El psiquiatra austríaco Viktor Frankl, autor de El hombre en busca de sentido, fue testigo de que aquellos que tenían un propósito claro lograban resistir incluso los horrores de los campos de concentración nazis. Su conclusión fue contundente:
“Quien tiene un porqué, puede soportar casi cualquier cómo.”
Su enfoque dio origen a la logoterapia, una rama de la psicología que trabaja sobre la idea de que el ser humano necesita un propósito vital para mantenerse emocionalmente saludable.
2. La neurociencia y el sistema de recompensa
Desde la neurociencia, sabemos que tener metas claras y emocionalmente significativas activa el sistema dopaminérgico del cerebro, asociado al placer, la motivación y la toma de decisiones. Un estudio publicado en Psychological Science demostró que las personas que se sienten guiadas por un propósito experimentan menos estrés, tienen mejor salud cardiovascular y envejecen con mayor bienestar emocional.
3. Filosofía clásica: vivir conforme a tu virtud
Aristóteles hablaba de la eudaimonía, un término que no significa “felicidad” en el sentido hedonista, sino “florecimiento humano”. Para él, una vida plena es aquella en la que cultivamos nuestras virtudes y vivimos de acuerdo con lo que somos en esencia. El propósito, por tanto, es vivir con coherencia interna.
¿Por qué confundimos los problemas con la falta de sentido?
Cuando no tienes un rumbo claro, cualquier piedra en el camino parece una montaña. Las dificultades cotidianas se amplifican y tu atención se centra más en lo que no funciona que en lo que puedes construir.Sin propósito, caemos en la queja, en el victimismo, en el “esto no tiene sentido”, porque en el fondo... no lo tiene. Sin dirección, la vida pierde profundidad, aunque esté llena de actividad.
¿Cómo empezar a encontrar tu propósito?
Aquí tienes un primer paso práctico y realista:
🔹 El ejercicio de las tres preguntas esenciales
Dedica 30 minutos de tu semana a escribir, sin censura, las respuestas a estas preguntas:
¿Qué me conmueve profundamente?(Piensa en causas, temas, personas, situaciones que despiertan tu sensibilidad, ya sea con dolor, rabia o admiración
¿Qué haría aunque no me pagaran por ello?(Detecta lo que haces con naturalidad, pasión y sin necesidad de recompensa inmediata.)
¿Qué necesitan los demás que yo sé dar o hacer bien?(Observa tu entorno: ¿Qué te piden? ¿En qué ayudas con frecuencia? ¿Qué reconocen en ti?)
Al responder, busca los puntos en común entre tus respuestas. Ahí suele nacer el inicio de un propósito vital: algo que te moviliza, que sabes hacer y que el mundo necesita.
No es magia, es dirección
Tener un propósito no elimina los problemas, pero los coloca en perspectiva. Le da estructura al caos. Te permite atravesar el cansancio, la duda o la crítica con una certeza interna: sabes por qué estás caminando.
No se trata de negar el dolor, sino de darle un marco donde tenga sentido.
Recuerda esto:
No te estás hundiendo por tus problemas. Te estás hundiendo porque aún no sabes para qué nadar.
Y ese “para qué” puede cambiarlo todo.




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